Así de rápida e inadvertida es la vida. Aquella que transcurre con el tiempo y que, asimismo, arrebatan los almanaques, las sonrisas y las personas. Quitan esos momentos que,como segundos, fuimos experimentando a lo largo de los años, de los meses y de los días.
Vale aclarar que accionamos teniendo en cuenta que,al fin y al cabo, nuestros resultados se los apropia el tiempo. Y no, no hablo del tiempo pronosticado para hoy, para el sábado o el domingo. Me refiero al tiempo que nos moviliza.El tiempo que se propaga en una dimensión compartida con la nuestra, pero inexorablemente,tan indiferente como siempre, que escucha nuestras súplicas, quejas y acusaciones ¿y?,sin embargo,él transita por la vía. Como si fuese un automóvil que tiene el motor más potente de todos,pero,a la vez, el más silencioso. Sigilosamente es que el tiempo, dicho de manera abstracta, nos quita todo.
Los miércoles son los días que puedo disfrutar,de caminar un poco cuando, en la calle y también en la vereda, no hay casi nadie. Puedo apreciar con más precisión el silencio, aquel que añoro gran parte de mis días. No me refiero al silencio que se propaga cuando no existen ruidos. Uno puedo estar en silencio hasta cuando en la radio se escucha su canción favorita, o cuando en la TV se proyecta su película preferida. Y yo estoy en silencio cuando camino por la calle y me encuentro sola, y aún hay personas a mi alrededor. Me concentro en mi celular, observo que no tenga ningún whatsapp, ninguna notificación de facebook o twitter y que en mi instagram no quede ningún "corazón" por verificar. AHÍ es cuando,por arte de la naturaleza propia, un hecho diminuto irrumpe en mi realidad diaria. En verano es el sol brillando que no me permite ver con claridad la pantalla de mi celular. En otoño es aquel famoso ruido que realizo (inconscientemente) al caminar sobre las hojas acumuladas en el suelo, que obviamente están secas. En invierno es el viento fugaz encaprichado en despeinar y enredar mi cabello,que por cierto, son mis pelos los que se entorpecen con facilidad y al viento no le importa . En primavera es mi propensión por la risa y el aroma de las flores que componen el paisaje.Si bien no es de aspecto demasiado artístico comprende algunas condiciones. Será por algunos de estos sucesos -insignificantes para algunas personas, pero influyentes para mí- que dejo de prestar la máxima atención al celular, levanto la cabeza y me observo a mi misma en torno a eso.
Nada más ni nada menos que el viento haciendo bailar las hojas de los árboles. Que el sol interviniendo en los pequeños espacios que se hayan entre las hojas. Que las flores cantando en sintonía una nueva canción, aunque pocos sepan apreciarla; que hasta el ruido que provocan las hojas muertas y machacadas en el suelo produce un silencio especial. Exactamente a ese tipo de silencio me refiero, que por más que una orquesta intervenga para deleitarme con sus exageradas notas ejecutadas por instrumentos de infinitos tamaños, se produce tal silencio capaz de hacerme escuchar hasta los pequeños, serenos y apacibles pasos de las hormigas. Y allí observo con claridad un fenómeno que tengo presente de día y de noche; cambiante pero siempre igual, activo pero siempre quieto. Conformado -de día- por minúsculas partículas de agua suspendidas en la atmósfera que, cuando era niña,representaba con trozos de algodón (con la utopía de que su textura fuera igual de suave). Para la desgracia de mi gran ilusión ,con el paso de mis años comprendí que las nubes son intocables ,no puedo recostarme sobre alguna de ellas, ni tampoco saltar de una hacia otra. Simplemente es aire,que tiene movimiento propio, que confecciona variadas figuras distorsionadas, que compone aquel "límite" definido como cielo.Este mismo,también conformado -de noche- por pequeños puntos distantes que emiten una luz inconfundible,y que están tan lejanamente cerca.Se llaman estrellas,y no...las estrellas no son aquellas que aparecen en la televisión y que tranquilamente podríamos conocer cualquier día que dispongamos de hacerlo.Las verdaderas estrellas son inalcanzables,y allí encontramos el sentido real de admirar y anhelar algo que, debemos saber, nunca podremos tener a nuestro alcance.Al menos yo,me contento con observar y desear esos maravillosos diamantes que brillan sobre mí,que aunque sea una comunicación de miradas y sentimientos ideales,es una de las comunicaciones más puras que llegué a apreciar.En ella no se necesita nada más que un par de ojos y un receptor dispuesto a ser admirado el tiempo que sea necesario.Ambos destinatarios callados...hablando con el lenguaje más bello,el de la mirada.
Me acuerdo que un día iba en el auto con mi mamá,observando por la ventanilla -como de costumbre- todas aquellas cosas cotidianas -y algunas no tanto- que me mantienen entretenida. Fue justamente allí que mis ojos atravesaron mi ventanilla y la de aquel auto polarizado, y me quedé perpleja viendo a una mujer llorar. Observé detenidamente cómo secaba sus lágrimas con rapidez y no me costó descifrar qué tipo de llanto era.Era ese que crea lágrimas capaces de salir disparadas de los ojos con una velocidad increíble,que están TAN pesadamente llenas de dolor y de angustia que no pueden recorrer nuestras mejillas. Son lágrimas que corren,huyen de no sé qué cosa. ¿Dónde terminarán esas lágrimas?.Lo único que puedo afirmar es que,cuando una acaba, comienza la otra. Son interminables.
Volviendo a la mujer que lloraba, no puedo expresar en palabras la tristeza que me transmitió verla así. El semáforo se iluminó con la luz roja , y el auto de mi mamá, el de la mujer triste, y los autos que nos rodeaban, se detuvieron. Y aquella transición entre la luz roja y la verde,que se complementa con la amarilla, para las personas que manejan es un minuto eterno, pero para mí -específicamente ese día- fue efímera. Pensé,por ejemplo, ¿Por qué esa mujer lloraba de esa manera? ¿A dónde iba? ¿Quién fue que predijo que yo me iba a cruzar a esa muchacha? ¿Por qué sentí tal impacto al ver secarse sus lágrimas? Y si hablamos de los impactos, los defino como esos golpes distinguidos por dejar una marca un tanto peculiar. Es ese golpe distintivo de otros que pasan desapercibidos, que ha sido creado para cambiarnos por completo la vida. Es un resplandor con tal intensidad que llega a tocar con una brutalidad moderada, toda nuestra alma.
Entonces
comprendí y reflexioné sobre cómo las personas estamos
acostumbradas a salir a la calle en una burbuja. Estamos encerrados en un mundo propio,no compartido. Basta de quejarnos de la sociedad en general, porque el cambio más auténtico comienza en,y por uno mismo. Quizá fue que nunca antes me había pasado de salir a la calle ,teniendo un buen día, y
encontrarme con eso…una mujer desconsolada con una mano secándose las
mejillas y con la otra en el volante. Hasta ella misma fue egoísta de su propio
estado, porque estaba manejando el auto e intentando fingir una situación inexistente.
No mujer, No. ¿Cómo no va a pasar nada? Si estás llorando. Sé que se convirtió en un hábito salir a la calle y cruzarse a cien personas por día (o menos,o más) y que
ninguna de esas cien sepa cómo es tu nombre, cómo va tu día o tu vida. Entiendo
que salió con ganas de fingir un buen estado de ánimo y con un simulacro
del típico día genial, pero siempre no se puede. Lamentablemente, hay veces que el
corazón se cansa de retener y de programar lágrimas para otro día. Porque,cuando uno está verdaderamente mal, el corazón ya lo sintió de antemano. Tres
cuadras antes él ya había planificado las lágrimas de la joven, y por más que uno
ponga todo el empeño de sí mismo, no se pueden esconder.Me pregunto si la gente agacha
la cabeza a propósito o qué, pero cuando uno está devastado interior o exteriormente (o ambos) no hay nadie alrededor que ofrezca al menos una mirada de consuelo. Mujer: te sentiste así, sola en el auto,
sola en la carretera, sola en la vida.
Yo
la vi llorar, y no pude hacer más nada que quedarme mirando. La observé, como
además de mí otras personas también lo habrán hecho. Pero al menos estoy segura que la miré con
los ojos del alma, y que la comprendí. Lo que aun me duele es que ella no me
vio y es el día de hoy que me arrepiento de que no me haya visto. Podría
haber hecho o dicho algo desde aquel pequeño lugar. Podría
haberle dedicado una sonrisa que haya sido esbozada desde los extremos de mi
corazón. Podría haberle regalado un beso, que por más que sean fabricados desde
un sujeto algo frío, iba a ser enviado con una calidez capaz de envolver cualquier ser humano repleto de amargura. Podría haber hecho tantas cosas y no las hice.No
me acuerdo el rostro de la mujer, y eso significa que me la pude haber cruzado
más de una vez y no me percaté de tal encuentro. Sólo sé que esa experiencia,
me hizo recapacitar sobre un montón más.Cómo
cuesta salir de nuestra propia puerta para emprender un viaje hacia otra, y que
en ese tramo no se nos escape ninguna señal que facilite alguna pista de cómo
nos sentimos, de cómo estamos sentimental u emocionalmente.
Habitualmente cuando nos encontramos entre personas hablamos hasta por los codos, pero en realidad son frases armadas y sin sentido.No nos enfocamos con exactitud en lo que queremos comunicar,porque al fin y al cabo ahorrarnos las palabras es más factible.
Habitualmente cuando nos encontramos entre personas hablamos hasta por los codos, pero en realidad son frases armadas y sin sentido.No nos enfocamos con exactitud en lo que queremos comunicar,porque al fin y al cabo ahorrarnos las palabras es más factible.
Allá sonreímos,demasiado.Seguramente a más de uno le paso que le duelen los cachetes de tanto sonreír.Las sonrisas se convirtieron en algo banal para las personas.
Allá escondemos.Guardamos los más queridos secretos y exponemos los más fructíferos .consejos (que será el colmo, pero nunca podemos ponerlo en práctica con nosotros mismos)
Allá,o por lo menos yo,cierro los ojos.Ya no quiero ver detenidamente la prisa que llevan las mujeres en sus carteras y la flojera que cargan los hombres en la espalda.No quiero ser como ellos...
Puede ser que allá tengamos todo.Y el mundo resulta ser infinito,pero sin embargo,nunca alcanza.Allá siempre falta.¿Las penas?no existen.Al parecer no hay espacio en ninguna vereda para ellas.Se quedaron sin lugar. Por allá aún no se inventaron las lágrimas.No se inventaron las lágrimas afectivas,esas que rebalsan sentimientos..Solamente se inventaron la que derrochan agua salada de a gotitas.Los suspiros son aire,y sí,van al aire.La tristeza forma parte de una rutina interminable.Allá nadie la nota.El amor es comprar un peluche gigante o,en su defecto, de dos a cuatro bon o bones, aproximadamente. Allá el amor significa apartar la libertad propia para apropiarse de la ajena.
Y el amor,adoptó su significado gracias a las típicas películas que lo manifiestan como un hecho sublime e inaccesible para todos nosotros (la gente del mundo real). En aquella dimensión el amor es POSEER una pareja, o tener alguien en quien pensar cada minuto.Es compartir de lunes a lunes todos los minutos que caben en aquellos días. En agotar la batería de ambos, con tal de compartir y compartir y blablabla. Pero el amor,¡ay el amor!. ¿Saben qué es para mí?.Es una mirada,un abrazo y dos utopías. Que cada quien sabe cuándo van dirigidas desde aquel cable que conecta los ojos con el alma.Que la dedicación exclusiva del amor se comprende y se acepta, dejando SER a la otra persona. En dejarme ser a mí. Y que cada uno llegó interiormente completo a la tierra, no hace falta obsesionarse con querer ser parte de lo ajeno. Somos dos personas, no somos uno.Que nuestro instinto deje de buscar.Que para enamorarse de una persona,primero hay que empezar por enamorarse de nuestra propia esencia.Querernos y sentirnos.Y ver aquel árbol que destella hilos de luz entre las hojas,escuchar el canto alegre de esas hermosas flores o de las hojas secas producir un ruido insoportablemente divertido,oír soplar el viento muy cerca de los oídos,o ver a la mujer de ojos empañados llorar,puede ser o es amor. Entonces ver y escuchar a alguien y que ese alguien pueda verme y escucharme, puede ser o es amor.
Pero creo que allá el amor, no es amor. Ni la vida es vida.
La vida es un instante. Un segundo que empezó y acabó penetrada en sus ojos,y yo la vi pasar. Primero en el izquierdo, luego en el derecho y más tarde se disipó en la nada misma. Ya está, la vida ya pasó. Y usted no se dio cuenta.
Allá escondemos.Guardamos los más queridos secretos y exponemos los más fructíferos .consejos (que será el colmo, pero nunca podemos ponerlo en práctica con nosotros mismos)
Allá,o por lo menos yo,cierro los ojos.Ya no quiero ver detenidamente la prisa que llevan las mujeres en sus carteras y la flojera que cargan los hombres en la espalda.No quiero ser como ellos...
Puede ser que allá tengamos todo.Y el mundo resulta ser infinito,pero sin embargo,nunca alcanza.Allá siempre falta.¿Las penas?no existen.Al parecer no hay espacio en ninguna vereda para ellas.Se quedaron sin lugar. Por allá aún no se inventaron las lágrimas.No se inventaron las lágrimas afectivas,esas que rebalsan sentimientos..Solamente se inventaron la que derrochan agua salada de a gotitas.Los suspiros son aire,y sí,van al aire.La tristeza forma parte de una rutina interminable.Allá nadie la nota.El amor es comprar un peluche gigante o,en su defecto, de dos a cuatro bon o bones, aproximadamente. Allá el amor significa apartar la libertad propia para apropiarse de la ajena.
Y el amor,adoptó su significado gracias a las típicas películas que lo manifiestan como un hecho sublime e inaccesible para todos nosotros (la gente del mundo real). En aquella dimensión el amor es POSEER una pareja, o tener alguien en quien pensar cada minuto.Es compartir de lunes a lunes todos los minutos que caben en aquellos días. En agotar la batería de ambos, con tal de compartir y compartir y blablabla. Pero el amor,¡ay el amor!. ¿Saben qué es para mí?.Es una mirada,un abrazo y dos utopías. Que cada quien sabe cuándo van dirigidas desde aquel cable que conecta los ojos con el alma.Que la dedicación exclusiva del amor se comprende y se acepta, dejando SER a la otra persona. En dejarme ser a mí. Y que cada uno llegó interiormente completo a la tierra, no hace falta obsesionarse con querer ser parte de lo ajeno. Somos dos personas, no somos uno.Que nuestro instinto deje de buscar.Que para enamorarse de una persona,primero hay que empezar por enamorarse de nuestra propia esencia.Querernos y sentirnos.Y ver aquel árbol que destella hilos de luz entre las hojas,escuchar el canto alegre de esas hermosas flores o de las hojas secas producir un ruido insoportablemente divertido,oír soplar el viento muy cerca de los oídos,o ver a la mujer de ojos empañados llorar,puede ser o es amor. Entonces ver y escuchar a alguien y que ese alguien pueda verme y escucharme, puede ser o es amor.
Pero creo que allá el amor, no es amor. Ni la vida es vida.
La vida es un instante. Un segundo que empezó y acabó penetrada en sus ojos,y yo la vi pasar. Primero en el izquierdo, luego en el derecho y más tarde se disipó en la nada misma. Ya está, la vida ya pasó. Y usted no se dio cuenta.
Esta entrada fue terminada el día 11/11/14.Por razones que hoy 17/01/2015 desconozco,quedó guardada como borrador desde aquel día.Hoy la modifiqué sin sacar el verdadero significado de ella,que es causar un impacto,no importa la intensidad,en usted como pasó conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario